El microondas es uno de los electrodomésticos que más veces podemos usar a lo largo del día. Y es también probablemente uno de los más baratos comparados con otros pequeños electrodomésticos, por lo que está presente en casi todos los hogares, por no decir en todos. Y es que es cómodo: giras dos ruedas y la comida ya se está calentando. O el café. Ya no hace falta encender la cocina o la vitrocerámica para calentar la comida o un vaso de leche, estas labores se logran en menos de un minuto con el microondas.
Pero este pequeño aparato, aunque parezca inofensivo, debe ser usado teniendo en cuenta una serie de precauciones para que no poner nuestra seguridad en riesgo, ya que los accidentes con él son más habituales de lo que parecen y bastante variados. Las principales cosas a tener en cuenta son las siguientes:
Hirviendo agua. Ojo con calentar excesivamente un vaso de agua o de líquidos -leche, cacao, café…-, ya que el líquido podría sufrir lo que se denomina el “sobrecalentamiento”. Este sobrecalentamiento es un fenómeno físico donde la temperatura del fluido sube tan rápidamente que no da tiempo a que se formen las burbujas de aire que se escapan de él. La temperatura rebasa incluso los 100 grados centígrados, y en su interior aumenta enormemente la presión a la que están expuestas estas burbujas de aire naturalmente presentes en el agua. Al sacar el vaso del microondas, por el choque de presiones con el medio, estas burbujas de aire retenidas pueden liberarse del medio líquido para alcanzar el aire, haciéndolo de forma muy violenta debido a la enorme presión acumulada dentro del agua. Si estas burbujas salen al aire y arrastran consigo agua por encima de los cien grados, ten por seguro que puede provocar graves quemaduras en la piel, graves sobre todo si se dan en la cara, que queda a una altura muy expuesta al peligro. No hay que calentar el agua un tiempo excesivo, y si por error se ha hecho, es mejor dejarla reposar un rato antes de coger el vaso.
Huevos bomba. Parece una broma pero, un huevo con cáscara puede explotar si se calienta demasiado en el microondas. La explicación es la misma que en cualquier bomba: un recipiente contiene una sustancia que aumenta drásticamente su presión hasta tal punto que su recipiente cede y vuela en pedazos. Resulta que la clara y la yema pueden calentarse lo suficiente como para ejercer una gran presión sobre la cáscara del huevo, haciendo que salte con gran fuerza. Nadie querría un trozo de cáscara a una temperatura altísima impactando contra su cara, o lo que es peor, su ojo.
Deshidratando alimentos. Las microondas actúan sobre las moléculas del agua agitándolas, haciendo que su temperatura suba y llegue a vaporizarse. Hay alimentos que pueden deshidratarse parcialmente con este aparato, pero hay algunos concretos con los que es una muy mala idea hacerlo: las comidas picantes. Una guindilla, un chile, un pimiento de padrón… Como se te ocurra deshidratarlo en el microondas, al abrir su puerta vas a recibir una ola de picante que será semejante a un gas de pimienta. No parece una experiencia muy agradable.
¿Metales? Es cierto que aunque no sea recomendable introducir metales dentro de este aparato, no habrá grandes problemas si nos olvidamos de sacar una cuchara del plato y tardamos unos segundos en darnos cuenta y retirarlo. Pero elementos metálicos finos como el papel de aluminio o cubiertos delgados sí que representan un peligro, porque pueden comportarse como antenas. Si quieres cargarte tu microondas, nada mejor que poner a calentar un brik de leche para ver el chispazo que se forma y estropea tu máquina.
Ciertamente se ven muchas locuras y experimentos con microondas en la televisión y en internet -bendito YouTube-, pero hay que tener cuidado cuando queremos probar cosas nuevas o cuando decidimos ignorar las advertencias que nos dan pensando que no pasa nada. Desconfía siempre de lo que escuches y ve un paso por delante en cuanto a precaución para evitar todos los accidentes que puedas.
